El Santuario de la Tierra by Sixto Paz Wells

El Santuario de la Tierra by Sixto Paz Wells

autor:Sixto Paz Wells [Paz Wells, Sixto]
La lengua: spa
Format: epub, azw3
Tags: Novela, Realista, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2017-06-01T00:00:00+00:00


* * *

El segundo día después de la llegada era domingo, y Esperanza aprovechó para desayunar temprano e ir a la misa que se celebraba en la iglesia de Hanga Roa en idioma rapanui. Fue para ella una experiencia muy espiritual y de profundo recogimiento, sobre todo por ver a toda la población unida e integrada en un solo espíritu, aparte del exotismo de la música, las canciones y las oraciones recitadas enteramente en el idioma nativo. Entre los asistentes estaba Kimberley, que disfrutaba como nadie del ambiente y las lenguas aborígenes. Terminada la celebración, Esperanza salió fuera de la iglesia, donde ya estaba aguardándola Jurgen en una camioneta para que lo acompañara al primer vuelo de observación sobre la isla.

Al lado de la pista de aterrizaje había un hangar con un aeroplano ultraligero biplaza acondicionado para dos personas. Era como una cometa triangular de color rojo intenso, con partes blancas y una hélice posterior con tres ruedas y muy poco fuselaje. A un lado de la estructura roja estaba el símbolo del legendario as de la aviación alemana, el Barón Rojo, consistente en una cruz negra de cuatro lados iguales sobre fondo blanco, lo cual denotaba cierto espíritu romántico por parte de Jurgen.

—¿Qué te parece Esperanza?

—¡Es muy bonito Jurgen!

—Gracias. Es un «Strike» o pendular; así se les llama a este tipo de ultraligeros ala delta motorizada.

»Vamos, ponte este casco y acompáñame mientras coloco esto en la pista.

A través de una pequeña radio adaptada, Jurgen se comunicó con la torre de control, que le dio pase libre para que entrara en la pista. Esperanza se sentó detrás del asiento del piloto, mientras que Jurgen se situó delante. Encendió el motor y avanzó hasta la cabecera de la pista donde, después de recibir autorización para despegar, inició el carreteo elevándose grácilmente por el aire.

Era una sensación de libertad la que se disfrutaba. Se sentía la brisa fresca de la mañana aunque un intenso sol ya iluminaba y calentaba el ambiente. Jurgen aprovechaba las corrientes térmicas que se producen al calentarse una masa de aire por el contacto del aire sobre el suelo calentado por los rayos solares. Esa masa de aire se dilata al elevar su temperatura y resulta más ligera que el aire circundante, por lo que una vez superada la resistencia del aire, comienza a elevarte por las corrientes verticales y el canal ascendente.

El ultraligero fue ascendiendo sobrevolando la zona del centro ceremonial del Ahu Vinapu, situado al final de la pista del aeropuerto y luego hizo un giro hacia la izquierda pudiéndose ver a un lado y hacia abajo la zona de Vaihú y el estrecho canal de Te Ava Nuo Tupa.

Jurgen le iba contando a Esperanza los distintos lugares que estaban sobrevolando a través de un micrófono y de unos audífonos adosados al casco. Una a una se observaban las pequeñas bahías y los promontorios sagrados tanto de los ahus como el de Akahanga. La aeronave se encaminó hacia las cercanías del Volcán Rano Raraku y la Cala de Hotu Iti al pie del Ahu Tongariki.



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